Las sociedades modernas legislan para que los riesgos que se derivan de la construcción y el uso de los edificios se limiten de forma razonable. A la seguridad estructural y la habitabilidad, aspectos regulados tradicionalmente, se han ido sumando progresivamente nuevas exigencias que incluyen la funcionalidad, la seguridad en caso de incendio y el respeto al medio ambiente.
Las sociedades modernas legislan para que los riesgos que se derivan de la construcción y el uso de los edificios se limiten de forma razonable. A la seguridad estructural y la habitabilidad, aspectos regulados tradicionalmente, se han ido sumando progresivamente nuevas exigencias que incluyen la funcionalidad, la seguridad en caso de incendio y el respeto al medio ambiente. Se trata, en definitiva, de que los usuarios no especializados de los edificios vean protegidos sus derechos individuales y colectivos por el legislador, al carecer de la información suficiente y no poder decidir por sí mismos sobre el nivel de riesgo que quieren o pueden aceptar.
La seguridad en caso de incendios es, en nuestros días, uno de los aspectos que más condiciona el diseño de los edificios. La compartimentación, la disposición de escaleras y salidas, el control de los flujos de personas o la accesibilidad de los servicios de emergencia, obligan a que muchos condicionantes deban ser considerados desde el primer momento en el proyecto de arquitectura.
El compromiso con la seguridad en el entorno edificado, además, debe ir un paso más allá de un estricto y mínimo cumplimiento de los códigos prescriptivos que, basados en la experiencia, imponen una serie de medidas concretas. Se trata de entender el problema como una interacción de los tres agentes en juego: el fenómeno físico del fuego, el diseño del edificio y las características del usuario.
El fenómeno físico del fuego, bien conocido, queda caracterizado en los edificios por la condición de los espacios, recintos fundamentalmente cerrados. La temperatura y el humo, que en las condiciones exteriores se disipan, se concentran en ellos y el fuego busca desesperadamente el oxígeno necesario para sobrevivir.
Las posibilidades para el diseño de los edificios son hoy mayores que nunca. Los avances en la ciencia de los materiales, la eficacia de las máquinas y los actuales modelos de evaluación y cálculo permiten levantar edificios de enorme altura, articular atrios gigantescos o hacer habitables espacios bajo tierra. Las tradicionales tipologías han dado paso a un abanico casi infinito de posibilidades edificatorias que dan respuesta a nuevos usos y formas de habitar.
El usuario completa este enigmático puzzle en el que el arquitecto debe ser capaz de anticipar qué escenario se puede producir ante un fuego que se desarrolle en un edificio. Un usuario que también se aleja de los tradicionales prototipos en una sociedad multicultural y no discriminatoria.
Este libro pretende exponer unas bases mínimas para entender este complejo y apasionante problema.